“Sé que muchas veces soy difícil de entender, pero cuando no me entiendas, piensa que algún día fui como tú.
Aunque algunas veces no te pueda hablar, tocar o me equivoque con lo que te diga, sé que estás aquí, te siento cuando me das la mano en los momentos que más lo necesito. Siento tu presencia cuando estás a mi lado y por unos instantes me doy cuenta de que eres la razón por la que tengo fuerzas para levantarme cada día y, aunque sea por unos minutos, consigo olvidarme de la realidad y simplemente doy gracias por estar aquí.
A veces, me parece inevitable sacar una sonrisa cuando hace horas o días que no te veo, ya que es la manera que tengo para agradecer todo lo que haces por mí.
Gracias por estar a mi lado y no olvidarte de mí, gracias por cuidarme con cariño, gracias por hacerme disfrutar de la comida, gracias por tener todos los rincones de mi nuevo hogar limpios, gracias por curarme cuando lo necesito, gracias por ser paciente conmigo y, sobre todo, gracias por no dejar de quererme.“
Este texto es de Paqui Mascaró Camps, una jóven gerocultora de nuestra residencia en Alaior (Menorca). Con tan solo 17 años decidió empezar a hacer de voluntaria en varios servicios, donde nos dice: “Durante todo este periodo de voluntariado crecí mucho como persona; aprendí mucho de todos mis compañeros/as, llevé a cabo diferentes actividades destinadas a las personas mayores y sobretodo disfruté ayudando a los demás, sin pensar que recibiría a cambio“.
“Recuerdo como si fuera ayer el día que me dijeron que podía empezar a trabajar en la Residencia donde había estado haciendo de voluntaria, en Es Ramal-Alior. Fue uno de los días más felices de mi vida. De esto, ya han pasado 3 años y aun sigo con la misma ilusión que tuve desde el principio“.
Paqui nos cuenta que empezó a sentir sensibilidad hacia las personas mayores a través y gracias a sus abuelos: “Recuerdo cada uno de los momentos vividos a su lado y no podría escoger a uno, ya que cada instante era único y especial. Ellos, vivían en una casa de campo y cada mañana cuando los iba a visitar me esperaban con una sonrisa de oreja a oreja y, con los brazos abiertos esperando el beso de ‘buenos días’. Las horas a su lado pasaban muy deprisa, jugando a las cartas con mi abuelo, ayudando a mi abuela hacer la comida o simplemente me los llevaba a dar una vuelta con el coche. Podría estar horas hablando de ellos y el tiempo pasaría sin darme cuenta, pero principalmente me quedo con que aprendí mucho con ellos y ahí fue cuando empecé a aprender a empatizar con las personas mayores“.
En el Día Internacional del Alzheimer ella nos regala este texto, porque como nos comenta, “es a través de las palabras escritas como puede expresar sentimientos difíciles, sobre todo de una de las enfermedades más duras que existen”.
Desde Menorca y sumando a todas las residencias y centros de día que gestiona nuestra entidad, queremos como Paqui iluminar a las personas con Alzheimer y a sus familias y amigos. Y nos quedamos con las palabras sensibles de Paqui: “El Alzheimer, es tan difícil entenderlo y a la vez tan duro de vivirlo… Todas las personas que, de algún modo, comparten momentos con personas que padecen esta enfermedad, ya sean trabajadoras/es, familiares, amigos, etc. saben a que me refiero, y por este motivo he decidido hacer este escrito para cada una de ellas, para que en el día de hoy se sientan acompañadas y comprendidas“