Las puertas del Palau Robert de Barcelona se abrieron para dejar paso a las palabras. Pero no palabras cualesquiera, sino palabras punzantes, con sentido, con todos sus significados. “Tomamos la Palabra” fue la iniciativa del Instituto Catalán de las Mujeres y la Institución de las Letras Catalanas que reunió a escritoras, periodistas psicólogas; todas voces femeninas que, en femenino, denunciaron con textos escritos por ellas mismas o por otras autoras de referencia, la sentencia sobre el caso de La Manada y su puesta en libertad, de la que tanto se ha hablado en semanas anteriores.
Las mujeres han unido sus voces eran un grupo variado, pero compactado. Un grupo de mujeres que se ha unido para concienciar a otras mujeres y a la sociedad en general, de la necesidad de organizarse y luchar juntas. Palabras amables, de algunas cantadas de la mano de la cantautora Lídia Pujol, las otras, habladas por parte de la Presidenta del Instituto Catalán de las Mujeres, Núria Balada, las periodistas Cristina Fallarás -quien explicó cómo nació el movimiento # cuéntalo-, Susana Pérez Soler, Miriam Cano, Isabel Muntaner, Elisenda Rovira, la escritora Bel Olid, la Psicóloga Alba Alfageme y de la parte de Intress, Mertixell Campmajó quien leyó su artículo de opinión sobre La Manada , publicado (en catalán) en Social.cat.
La transversalidad fue el hilo conductor de las intervenciones: el clamor dirigido hacia la justicia patriarcal, hacia la forma en que sufren las víctimas y son señaladas por el hecho, valiente, decidido y difícil, de denunciar las agresiones llegó a todas y todos los asistentes. Estamentos culturales diferentes, diversidad de edades, personas con diferentes profesiones … todo el mundo escuchaba atento lo que las mujeres tenían que decir.
“Tomamos la Palabra” fue un acto reivindicativo, pero también formativo y reflexivo que dejó consignas como que hay que saber amar bien en nuestra sociedad, y no sólo oprimir o querer imponerse al otro. Hay que denunciar la normalización de la cultura de la violación y trabajar desde las administraciones, las entidades y la sociedad en general por la cultura de la igualdad de género. Una responsabilidad de todas y todos, hacia todas y todos.
Y acabamos tal como lo hace el artículo nuestra compañera Txell Campmajó: “… gestionar las emociones es una herramienta clave para que los niños y niñas aprendan a poner nombre a lo que les pasa y que sepan interpretar el lenguaje no verbal de los demás . Que al final, es la clave de la empatía. Y gracias a ella, podemos entender si que lo que estamos haciendo le gusta o no al otro. Y es en la empatía donde podemos ver que una chica de 18 años cierra los ojos y se deja hacer, porque lo que quiere es sobrevivir. “