El proyecto de Decálogo surge a raíz de la importante y compleja vinculación existente entre violencia contra las mujeres y mala salud mental. Se ha constatado la existencia de dificultades en la detección e intervención, tanto por parte de las instituciones como de los servicios públicos y también las asociaciones que trabajan con mujeres, cuando éstas presentan algún tipo de sufrimiento psíquico o diagnóstico de salud mental.
La elaboración del Decálogo de Buenas Prácticas promovido por Intress con el apoyo de las administraciones contribuye a detectar y visibilizar estos casos, así como intervenir de forma más específica y directa con las mujeres que viven estas dos realidades interrelacionadas: un problema de salud mental y la violencia de género que sufren o han sufrido. También favorece que dentro de los equipos de profesionales que atienden estas mujeres, haya una mayor concienciación sobre los factores sociales que las afectan y que impiden que puedan dejar atrás el sufrimiento psíquico que las genera.
Este es un Decálogo de Buenas Prácticas que difundimos desde Intress para favorecer la salud integral de las mujeres, otorgando protagonismo y voz a mujeres que sufren o han sufrido violencia de género y presentan síntomas concretos, poniendo énfasis en las especificidades y necesidades que tienen. El Decálogo ofrece una herramienta a los profesionales que acompañan estas mujeres para mejorar su atención. Del apoyo que hemos recibido desde la entidad con esta iniciativa queremos poner de manifiesto el impulso decidido desde el Instituto Catalán de las Mujeres (ICD).
Los puntos del Decálogo son los siguientes:
1. Busca un espacio seguro y agradable, donde pueda hablar contigo a solas. Para que la mujer maltratada pueda expresar sus emociones, miedos, inquietudes, etc. es necesario que se sienta segura, en un espacio privado que invite al respeto, la confianza y la libertad.
2. Pregúntame sin miedo, te quiero explicar, respeta mis ritmos. Quizás ahora sólo necesito esto, encontrar en ti a una aliada. Preguntamos, sistemáticamente a todas las mujeres que atienden a nuestros servicios, si tienen o tuvieron pareja, como fue su relación, etc. para detectar de forma precoz si han sido víctimas de violencia de género. Así mejoraremos nuestra atención, evitando la revictimización, la cronificación y la iatrogenia, al tiempo conseguiremos que vean en nosotros una aliada.
3. Ponte en mi piel. Quizás lo que ves como síntomas es mi lucha interna para sacar fuera de mí lo que me duele. Las dificultades de las mujeres que presentan sufrimiento psíquico y que son víctimas de violencia de género, en su discurso desorganizado e incoherente, pueden conducir a no dar credibilidad a su historia de maltrato. En ningún caso, la violencia no está justificada.
4. No me estás juzgando. No pienses que tienes que contrastar todo lo que te cuento. Con frecuencia, esta falta de credibilidad se alimenta de prejuicios y mitos. La desconfianza que se otorga al relato de las mujeres minimiza la ayuda efectiva, en cualquiera de los diferentes contextos (sanitarios, jurídicos, etc.).
5. Mírame sin prejuicios ni estereotipos. Intenta no guiarte por lo que dicen o se espera de mí. No debemos hacer ningún supuesto especial por el hecho de ser mujer con algún diagnóstico de problemas de salud mental y haber sufrido una situación de violencia de género.
6. Ayúdame a no hacerme daño y demuéstrame tu confianza en mi capacidad. Alguna vez mi inseguridad y mi baja autoestima me hacen sentir culpa y vergüenza. Tu escucha activa me dará valor. El auto-estigma de las mujeres con diagnóstico de trastorno mental las hace mostrar inseguras y sentirse incapaces. Si les mostramos confianza y damos valor, conseguiremos que se sientan seguras y con fuerza para comenzar su recuperación.
7. Trata de entender mis dificultades. Lo que ves es el resultado de mi historia, mis vivencias personales, mi contexto social y familiar, así como la violencia sufrida. Es importante entender que la vulnerabilidad de estas mujeres tiene su origen en factores personales, sociales y culturales. Por ello, hay que tener una mirada multidimensional con perspectiva de género, que permita dar voz a sus vidas y sus historias, y expresar sus necesidades sin miedos, creando redes y prestándoles apoyos concretos.
8. Confírmame que, aquí, he llegado al lugar que necesito. La trayectoria de estas mujeres muestra una larga peregrinación por diferentes especialistas de salud, donde se las medicaliza con ausencia de perspectiva de género y se las invisibiliza. Dado que muchas veces los maltratadores son sus principales cuidadores, hay que conocer esta situación para poder remediarlo, derivando a los recursos especializados cuando sea necesario.
9. Trata de no simplificar cuando te cuente qué me pasa, mi malestar, y no encajarlo en los diagnósticos más comunes en mujeres. La depresión y/o ansiedad que presentan estas mujeres son también consecuencia de la violencia de género vivida, y necesitan ser tratadas de forma única e individual, comprendiendo sus especificidades.
10. Respeta mi derecho a tomar mis propias decisiones, independientemente de mis dificultades o mi sintomatología. Apoya, orienta y acompaña en la toma de decisiones de la mujer, pero no decidas por ella. Es fundamental conocer e informar de los recursos que la pueden ayudar, pero no le cierres tu puerta.