El uso de las nuevas tecnologías para la comisión de un delito se da especialmente en casos de violencia de género. El uso de los smartphones y tabletas constituye un medio adicional para perpetuar los delitos de violencia de género. Resulta relevante que en el 84% de los casos se haya utilizado un dispositivo móvil o smartphone para realizar el delito o una parte del mismo. El acceso a estos dispositivos es prácticamente universal en la actualidad y son un medio de comunicación habitual. Reúnen, además, la característica de la inmediatez, permiten enlazar con la otra persona, sin necesidad de desplazarse ni esperar que se descuelgue el teléfono y, cuando la comunicación se establece a través de aplicaciones, a menudo se puede saber si la otra persona ha leído el mensaje o bien cuánto tiempo hace que no mira el dispositivo. En definitiva, no sólo se trata de un elemento de comunicación sino que, con un procedimiento muy sencillo, se puede utilizar como mecanismo de control. Cuando se estudian las medidas penales alternativas que se imponen en el entorno judicial se ve que los delitos de violencia de género ocupan el segundo lugar, por detrás de los delitos contra la seguridad del tráfico. De hecho, del total de 2.163 sentencias analizadas, el porcentaje de prevalencia en el uso de las TIC que se haya hecho constar en sentencia es del 17,5% (374 sentencias).
Se sabe que en el 94% de los casos analizados, la víctima del delito es la pareja (17%) o ex pareja (77%). Estos datos descartan la hipótesis inicial que hacía pensar que el uso de nuevas tecnologías podía conferir al agresor una falsa percepción de impunidad derivada del anonimato, dado que en la mayoría de los casos la víctima es conocida, puede identificar el agresor y mantiene una vinculación previa. Una de las hipótesis es que la impulsividad juegue un papel decisivo en el uso de las nuevas tecnologías para cometer un delito. Sabemos que una ruptura reciente de la relación de pareja constituye un factor de riesgo para que haya violencia de género. En este escenario, pues, la facilidad de acceso al medio (el dispositivo móvil u ordenador personal) y la impulsividad se pueden conjurar con otro elemento, que es la falta de empatía hacia la víctima.
La empatía es uno de los aspectos claves a trabajar en la prevención y el tratamiento de delitos violentos, se trata de la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender las consecuencias negativas y el dolor que provocan los propios actos en la persona receptora de los mismos. La empatía puede actuar como freno de manera preventiva pero la empatía también puede ser un freno una vez ya ha comenzado la acción haciendo que, por ejemplo, al ver la reacción de la persona a nuestros actos o el dolor que le supone, desistimos de continuar.