Intress publica estos días un trabajo de importancia de la compañera Mercedes Sánchez Muñoz, formada en el acompañamiento a mujeres víctimas de violencia de género y que lleva a cabo además talleres de mindfulness de forma continuada y con muy buena respuesta de profesionales y personas atendidas. El libro se titula: “Aplicación mindfulness en la atención al trauma en violencia machista: desde la recuperación de las víctimas al cuidado de las profesionales”. La doble experiencia de Mercedes queda recogida en la publicación que presentamos este 8 de marzo a las 17.30h en el canal YouTube de Intress (https://www.youtube.com/user/IntressAsociacion )
Las prácticas de Mindfulness consisten en una atención intencional que fue cultivada desde hace más de 2.500 años por las tradiciones budistas. El término Mindfulness, proviene del término Sati (del texto Pali, las enseñanzas de Buda). A finales de la década de los 70, en la Universidad de Massachusetts (EE.UU.) de la mano del doctor Jon Kabat-Zinn, es donde comenzó la investigación occidental sobre los beneficios de las prácticas mindfulness. Este autor lo define como “la capacidad para mantener una continuada conciencia de apertura a la experiencia, de los fenómenos mentales internos y los aspectos invasores del mundo externo, sin enjuiciamiento y con aceptación, dejando atrás recuerdos del pasado o anticipaciones por el futuro”.
Frente al dolor emocional, la respuesta humana más frecuente es evitar, alejarnos del entorno, insensibilizarnos, distanciarnos o reprimir la conciencia, de manera que el malestar no resulte abrumador. Las respuestas de evitación cognitivas, conductuales y emocionales son los síntomas característicos del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) y esto hace que el trastorno se mantenga. Bobrow (2007) señalaba que “lo que no podemos retener, tampoco lo podemos procesar. Lo que no podemos procesar tampoco lo podemos transformar. Y lo que no podemos transformar, nos obsesiona”. Tanto en las víctimas de violencia de género como en las personas profesionales que trabajan con ellas, podría desencadenarse una vivencia traumática como consecuencia de la exposición a la violencia sufrida de forma directa (estrés postraumático) en el caso de lo/as profesionales que trabajan con ellas/os y están expuestas de forma diaria al relato de las víctimas (síndrome de burnout, fatiga por compasión o traumatización vicaria).
Siegel (2007) afirma que la práctica de Mindfulness puede “liberar la mente de la esclavitud de los aprendizajes previos”. A través de la práctica de Mindfulness se aumenta la habilidad de autoobservación y es posible el desacoplamiento de vías neuronales que se activan conjuntamente como respuesta al aprendizaje derivado de la situación traumática. Los hallazgos neurobiológicos informan que después de una experiencia traumática, la persona tiende a construir su narrativa de vida, en torno a un núcleo de indefensión, de miedo y de terror y esa misma narrativa ayuda a mantener al organismo en un estado de hiperalerta y de búsqueda de “pistas de peligro” para escapar de ellos, inmovilizándose o defenderse luchando. Al darnos cuenta y discriminar entre las sensaciones corporales y la historia que construimos acerca de ellas, las prácticas de Mindfulness nos permiten tomar conciencia de la diferencia entre la información derivada de la experiencia que proviene de abajo hacia arriba y la información procedente de la elaboración posterior, en forma de pensamientos rumiativos, que va de arriba a abajo. Las memorias traumáticas están codificadas preferentemente en la memoria implícita o corporal, de modo que “el cuerpo es una avenida principal para trabajar con trauma”.
La práctica de Mindfulness se enraíza en el cuerpo, en las sensaciones, en las emociones y en la atención a pensamientos como “simples hechos mentales” y supone una vía para acceder a la experiencia desde abajo hacia arriba e influir en la interrupción del ciclo, a su vez mantenido por la narrativa, entre el recuerdo amenazante del pasado y la anticipación ansiosa del futuro (Rodríguez Vega, B.; Bayon Pérez C.; Fernández Liria A. 2016).
La propuesta de Mindfulness es conectar de nuevo desde dentro y fuera, en el momento presente, a través de nuevas formas de relacionarse con dicha experiencia con aceptación y “dejando ir”, sin identificarse ni agarrarse a ella. (Rodríguez Vega, B.; Bayon Pérez C.; Fernández Liria A. 2016). Aceptación de la experiencia sin juzgarla frente a los intentos habituales de controlar los síntomas (Baer 2006, Bishop 2004) y como resultado, se produce un cambio en la relación entre la persona y la experiencia psicológica, a diferencia de otras terapias que se focalizan más en la reducción de la sintomatología (Hayes 2006, Hayes, Strosahl y Wilson 2012).
A través de la publicación cuya autora es Mercedes Sánchez se irá desgranado qué es el trauma, la violencia de género, el posible costo que supone en las profesionales este trabajo así como conocer más cerca que son las prácticas de mindfulness y de la compasión y su influencia en la intervención con las víctimas como parte de su proceso de recuperación, así como técnica de autocuidado en las profesionales expuestas diariamente de forma indirecta a la violencia de género. Además, en el libro se describen las experiencias realizadas con ambas muestras: víctimas y profesionales, exponiendo el contenido de los talleres así como los resultados obtenidos.
La autora
Mercedes Sánchez Muñoz: es psicóloga sanitaria y acreditada profesional, experta en Psicología Intervención Social: ámbito Igualdad de Género en Intress, entidad social. Experta en intervención con mujeres víctimas de Violencia de Género e Instructora Mindfulness.